Teniente Coronel de Infantería DEM.

José María García Discua

27 de junio del 2018

 

Apostándole a la educación de Honduras

 

Las decisiones en la vida; obedecen y deben ser fundamentadas a criterios más valorizados, con el soporte o/a base de estadísticas y no por emociones o desánimos de esfuerzos categorizados; bien por necesidades o compilaciones de grupos cohesivos, ante las resistencias a cambios sustanciales que optan por alternativas que desvanecen y anulan conquistas del saber, imponiendo en forma equivoca del momento no superado, un paso atrás a los agigantados avances de la enseñanza, logrando lacerar muchas oportunidades del desarrollo y dominio pleno.

Los actores participantes en este impulso por mejorar la educación en Honduras, convergen en diferentes y eficientes actores, entre ellos: tomadores de decisiones, docentes, discentes y otros, quienes interactúan durante el proceso de la enseñanza aprendizaje, unos como facilitadores y otros como la materia prima a transformar, en un producto de calidad y eficacia, merecedores de un mejor y próspero mañana, preparados a dirigir sendas y destinos de esta gran Nación, caminos a mejorar por el desarrollo a plenitud de nuestros vestigios.

Existen infinidades de plataformas creadas o diseñadas, con fines de favorecer al proceso de enseñanza aprendizaje o fortalecer y perfilar a nuestros relevos generacionales; son estructuras de nuevos avances tecnológicos que proporcionan herramientas de utilidad y facilidad a nuestra llamada juventud, como decía el general José Francisco Morazán Quezada, “Es la llamada a dar vida”, siendo estos quienes deben integrarse a currículas del mundo virtual observando el paso adelante, como luz de faro, para acoplarse a la nueva era.

Existe una gran enseñanza en un proverbio japonés denominado “Los 100 Sacos de Arroz”, que simboliza el proceso de Japón como país desarrollado, un gran ejemplo de como la inversión en la educación puede favorecer a un país devastado por secuelas de la guerra y embates de la misma naturaleza, pues nos da una idea de la gran importancia que tiene la educación colectiva, donde se juega el futuro de un país.

Si alguna vez asumimos un riesgo y optamos en apostarle al azar, sea esta apuesta por la educación de nuestros vestigios y por qué no decir también nuestra reeducación, que aunque ya han pasado algunos años, nunca será demasiado tarde pues siempre habrá un nuevo día, como decía Facundo Cabral.

El profesionalismo y la diversidad de las capacidades que han adquirido los potenciales que conformamos las Fuerzas Armadas de Honduras, se deben precisamente por haberle apostado a la educación de sus miembros, sin embargo esos desafíos y retos son temas de altura del presente y del futuro, y no se puede volver a tras pues sería una mutación en retroceso, dejemos atrás el recalcitrante pasado y apostémosle al futuro cierto de esta gran Nación.

“Avancemos todos en una misma dirección”, como decía en sus decálogos y expresiones genuinas, el señor Ex presidente de Honduras, Carlos Roberto Flores Facusé (1998-2002), y hagamos de la educación un solo termino y concepto estratégico “non plus ultra” que motive a todos; “El alineamiento educacional e institucional de que todos le apostamos a la educación” donde exista una concreta y cohesiva inclusión social de los potenciales conciudadanos hondureños.

José Cecilio del Valle (1780-1834) fue un presidente que fundamentaba y tomaba sus decisiones basado en sus ideas consensuadas y socializadas con las partes; a ello sumaba la comparación de estadísticas que reflejaban la verdadera necesidad presupuestaria y lo llevaban a tomar oportunas decisiones.

Los actores e indicadores pueden ir de la mano a la vez y su presupuesto es un coadyuvante que se puede convertir en un condicionante en el uso correcto del manejo y de la transformación o evolución del desarrollo educacional, pues en vano seria invertir en educación si los resultados van a ser los inesperados.

En el preparar el campus donde se sembrará todas semilla o granito de sustento por la educación, sea pues el recurso bendecido y no adulterado, el cual siempre seguirá siendo el soporte para materializar las ideas como país, y con la fe puesta en el Altísimo, también se esparza y disemine el conocimiento, y no sean solo palabras, sino más bien el desarrollo de las acciones resulten ser los resultados proyectados y se conviertan en infraestructuras o plataformas con portales de diseños alineados con el fin de que exista una integración de oportunidades.

Para finalizar si le apostamos a la educación de Honduras, que sea con decisiones debidamente consensuadas; es a favorecer las futuras generaciones potenciales del desarrollo humano y por ende a la riqueza de nuestro país “su niñez y juventud” y sean bendecidas aquellas decisiones que aporten y faciliten soluciones concretas, a fin de satisfacer las necesidades que se reflejan a base de las estadísticas sin maquillajes y que se proyectan desde las entrañas de un pueblo, en donde las raíces vienen a destinar mejores soluciones integrales, por todo eso y siempre “Viva la educación de Honduras”